jueves, 23 de febrero de 2006

Generalidad X

Nada dura más que un parpadeo.
Es mi medida personal de la existencia.
No veo y no te extraño.
Cierro mis ojos y soy eterno.

viernes, 17 de febrero de 2006

Generalidad IX

Cuando aparece una nueva forma de organización más compleja surge siempre de una forma precedente más simple. Cuando el nuevo brote es suficientemente vigoroso y viable, acaba desarrollando una identidad propia, y se desgaja del tronco vital del que procede. Los últimos en desgajarse entran en contraste con aquellos de los que proceden. El conflicto es consustancial a la evolución.

miércoles, 1 de febrero de 2006

Grande y misericordioso

Recuerdo con nitidez la tarde de la despedida. Era uno de los últimos días del Shaban y tu madre había comprado fresas a la vieja Shalma Arabiya y fuera, en la plaza cercana, todo olía a limones, a ámbar gris, a datil frito y a nenúfar.
Recuerdo también a tu padre junto al alfeizar. Fumando en la pipa esa mezcla de picadura y estiércol de caballo. Nos parecía repugnante y el humo que se le quedaba en la barba nos hacía llorar cuando nos besaba. Añoro hoy ese olor que lo inundaba todo.
Siempre que pasaba junto a vuestra tienda en el zoco nuevo me acercaba a saludarle y me acariciaba el pelo murmurando la misma letanía. - Que el señor te guíe lejos de caminos equivocados-. Tantas veces me lo dijo que algo tendría que ver en lo que vendría luego. Buen hombre tu padre. Pocos hoy son como él. Mansos y fuertes al tiempo como leones en sombra.
Buen hombre y buena ciudad era nuestra Beirut de aquellos días. Inmenso fonduk que a todos acogía y a todos amamantaba. Patria de mil caminos y mil gentes. Los niños crecíamos burlando y respetando a los ancianos. Como se hacía en los viejos tiempos. No encontré nada después parecido en mis viajes. Ni en Siria, ni en Egipto, ni en Europa. Bueno Europa es, en cierto modo, tan diferente que ni siquiera admite comparación.
Mis padres visitaban a los tuyos en la sahura. Éramos diez niños pero yo solo podía verte a ti. Mirabas al suelo con tus grandes ojos del color de la pez y tus grandes cejas de búho parecían manchas en tu cara tan blanca. Tardé tiempo en verte la cara. Al menos esa es la sensación que me acompañaría.
Y el día de la recitación. Mi padre al volver de la fatiha gritaba medio en broma. - Dios colme de honores al héroe de la recitación-. Nada me envaneció más que el contacto de tu mano tomando la mía, que era ya la de un hombre. Salimos a pasear juntos hasta los aljibes nuevos.
Eras todas las flores del mes de Mihrayán. El futuro se abría ante nosotros inmenso, luminoso.
En medio de los felices días fui hombre, de verdad, ya sin sentirlo. Y lo peor es que, tal vez, sin quererlo.
Mi madre lo profetizó. - Dejaras lejos el ghuraba, tu Beirut-la-horra y a mí y a todos los que te quieren. Mi noche, mi estrella de los días de ayer-.
Corriste a esconderte de mí. No quería despedirme. – Si no te digo adiós es como que no te has ido del todo-.
En mi soledad, los años inventarían recuerdos no vividos. Mentiras e historias que son lo mismo al fin. Regalé muchas veces mi agua a la arena en tu nombre.
No volvimos a vernos. No volveremos a hacerlo. Al menos en esta vida. Pero creo con firmeza en que lo que voy a hacer ganará el paraíso para ambos. Y el nuevo amanecer será realmente nuevo.
Dios es grande. Dios es misericordioso.