Queridos hermanos, en esta carta os digo que si tenéis el coraje
de venir hasta acá y de soportar el viaje en barco, traed vuestra batería de
cocina, panera, vajilla, tinajas, mantequera para fabricar manteca, dos
pecheras de caballos, y si fuera posible, un buen carro, y las cosas de la
herrería de padre: fuelle, yunque, martillos y tenazas.
Os aconsejo además traer rastrillos de madera, garlopas y sierras
a una y dos manos, una criba para ahechar el trigo, un colador para la ropa, un
recipiente para la leche, carritos para la leche, una pintura para hacer el
queso; traed además toda clase de semillas para jardín, y de flores, y toda
clase de semillas de árboles frutales.
Eso es todo. Como Adela me había preguntado a mi partida si podía
traer su sombrero, diré que sí, que puede traerlo porque cada uno va de acuerdo
con su país y su gusto; traed también los sombreros anchos que tengáis para el
verano.
Termino mi carta diciéndoos que no puedo agradecer suficientemente
a nuestro señor tenerme aquí y bien de salud.
Y adiós.
Cipriano Vernat.
Querido Padre:
Lamentamos saber que usted no ha estado bien cuando recibí la
ultima carta de madre en la pasada Pascua. Debe cuidarse querido papá y no
tomar frío. Espero encontrarlo sano y gordo cuando vaya, aunque no se cuando
llegará ese día, espero que sea el año próximo, y quizás le lleve algo para
mostrarle mi vida acá.
Creo que mi hermano consiguió su primer trabajo, espero que se
porte bien y lo conserve. Me dicen que el de plomero es muy buen oficio, al
menos en este país.
Me sorprendo cada vez que recibo una carta suya, ya que aquí no es
como en Francia: a los carteros no les importa extraviar la correspondencia, y
sólo por casualidad se recibe las que vienen dirigidas a la posta.
Su hija querida que le manda besos.
Edmundina Holland