martes, 7 de marzo de 2006

Antecedente XV (El olvido)

Espera un poco. No te encojas. No huyas. No trastabilles.
No te escondas en tus quehaceres. No te cohíbas tras el mundo.
No abandones a tus deseos huérfanos de tus voluntades.
No proscribas los sueños, bulbos de las realidades breves.
Deja que Dios actúe en ellos, que diga por tu voz oclusa.
Proveerá ese milagro secreto de tu vida.
Espero que de mi vida también.
Y verás que Dios sólo acaricia en lo oculto de las cosas.
No se exhibe como las muchachas desnudas en las playas,
Dios no tiene prisa en quemar sus horas
Dios no tiene tiempo de muerte.
Todo en él es espacio en el que olvidamos y yacemos.
Pasamos extenuados por el ojo de tu aguja, porque eres tiempo curvo de dioses,
carne curva de Dios, piedra y sangre de Dios, sueño irracional colectivo.

Danos la guerra febril de la carne furibunda.
Déjame que me recuerde que antes que las galaxias fueran, yo era en ti o eso dicen.
Pavor tengo que llegue el instante, la frenética hora
cuando me ponga corito, sentina, indefenso y solo frente a los malvados.
Porque es mi duda del propio ser y mi negación a la duda misma.
Es mi nihilismo contra la fe y mi fe contra todos mis nihilismos.
Contra todos vosotros sabandijas glaucas. Propias y ajenas.
El se protege de ti y de mi con su silencio de domingo de gloria.
De ti y de mí, nimios enemigos que se miman al herirse.
¿A dónde te escondiste, jorobado del cielo de falsas gárgolas?
¿En aquel desierto donde cantan las mezzohuríes desnudas de sueños de machos cabrios?
Días de fiesta, días de luto, días de polvo, día de prosa.
De galeotes que vigilan al capitán con navajas en las pupilas.

El te ha escogido, necio, antes de que pudieras suicidarte
El aguarda por ti como un idiota perfecto que salta de ternura en ternura.
Incandescente de juncos.
Paciente como la madre loca, más tenebrosa y terrible que las rosas muertas.
El es el sueño de David antes de robar la esposa del general
- Yo te lamerá de mirra si me dejas.
Se ha suicidado triangularmente en el padrenuestro por nosotros.
Veinte siglos al cubo. Veinte siglos a la velocidad de los cometas
No hay poder como la política de Dios.
No hay mercado que se mantenga en su contra postmodernamente.
No hay relojes eternos que marquen la hora de sus días.
No hay pensamiento que lo abarque.
Ni poema que te desborde líricamente.
Porque eres mucho más que la falsaria eternidad de mi instante.

Es mejor que los filósofos que callan
Quien lo ha oído titubea. Quien lo sospecha desde niño, teme que sea cierto.
Como un disparo en el rostro de la madre.
Estamos fatigados de la fiebre, pero él se ríe con ella.
Y te obsesiona con el sol de las mañanas.
Su distancia lo protege de si mismo, creado en las mentes de los exploradores de Dios.
Se manifiesta integro cuando le salivan y le blasfeman bellamente.
Se muestra en los tumores que se expanden.
Se defiende en el desentendimiento de nuestra fe.
Y nos besa los labios como enamorado de nuestras voces.
Levantando la voz en medio de nuestra bellamente edificada nada.
¡No desesperes porque acudirá sostenedor, rápido y loco cuerdo y absurdo brillante!
¡Estamos seducidos por la carne de madero!
¡Seducidos por el olvido de Dios!

8 comentarios:

Anónimo dijo...

En español, la palabra «Dios», a diferencia de otras lenguas indoeuropeas, viene directamente del griego Θεος -Theos- (Dios), forma genitiva de Zeus. Esta palabra por su parte tiene una radical que deriva en Dev(a) Pitar -"dios padre"- en sánscrito y Jupiter en latín. La raíz de estas palabras es la misma que la de la palabra "día", palabra que en su etimología hace referencia al cielo despejado y luminoso.
Al latín la palabra griega Theos fue transcripta como Deus, y de él derivan, entre otros, Déu (valenciano-catalán-balear), Dieu (francés), Dio (italiano) y Deus (gallego y portugués) .

Hay una serie de nombres de Dios en las lenguas indoeuropeas que se interpretan como derivadas de una única forma original, protoindoeuropea, Dyeus. Éste habría sido el nombre del dios dominante del panteón protoindoeuropeo. Encontramos una forma próxima a la original en el sánscrito antiguo: deiw-os. El nombre aparece sistemáticamente asociado en la mayoría de los casos a p´ter, que significa padre. En el sánscrito tardío esta forma ha evolucionado a Dyaus pitar. Entre las diversas derivaciones tenemos el griego Zeus pater (la ortografía castellana es engañosa, porque la Z se pronuncia como Th en inglés, casi como una D) cuya forma latinizada es Iupiter (Júpiter), y también la expresión latina tardía, nuevamente derivada del griego, Deus pater, que en español evoluciona a Dios padre. En las lenguas germánicas la evolución de pater lleva a formas como Father y Vater, pero la palabra Dios ya no aparece, sino que se su lugar lo ocupa la germánica God o Gott, originada en una raíz de la que derivan también nombres de pueblos como los godos. El nombre Yahvé es semítico, no indoeuropeo, y no guarda parentesco con ninguna de las formas indoeuropeas de designar al dios supremo.

Anónimo dijo...

¿Por que hemos de cuestionarnos siempre la realidad de las cosas? ¿Es cosustancial al ser humano?
Empiezo a estar harta de no tener nada firme.

GVG dijo...

Buscaba un momento libre Fernando para dejarte un comentario en este texto que me ha gustado especialmente, me parece que has conseguido un tono elegiático de altura, una sensación de que la espiritualidad puede entrar en las palabras de las obras que se escriben. No estoy hablando de creyentes y ateos, hablo de que el hombre entre los valores que tiene y que no puede hacer nada por olvidarlos están sus valores religiosos/espirituales/trascendetales, todo aquello a lo que ansia pensando en el mas allá/muerte/trascendencia, en fin, que este texto se mete en el interior para mostrarnos algo más que la realidad que tenemos sobre la mesa cada día.

que me ha gustado Fernando, y casi se me pasa que también (importante claro) está muy bien escrito.

Y al usuario que ha dejado ese estudio sobre la palaba Dios se le agradece.

Caque dijo...

Los iconoclastos de los pastos reververados, esgrimen la palabra ámbar del pedúnculo iluminado. Sería fácil creer que su asueto no está anclado en las estrategias del efebo, pero es algo mucho más espontáneo que un cerceno de amargura.

Felicidades. Qué insondabilidad.

Fernando Díaz dijo...

Gracias por los amables comentarios.

Juan Carlos dijo...

Desconcertante la temática, pero muy interesante. Me lo he leído dos veces, pero le tengo que sacar más jugo. Al final va a resultar que somos realmente caleidoscópicos.

Anónimo dijo...

Imagino que por Dios estaremos hablando de lo inefable, de lo desconocido, de lo eterno.
Hum, si es así estoy de acuerdo con la mayoría.
Según receis sereis decían en la escuela de mi pueblo.
Buena tarde a todos.

Anónimo dijo...

Aquí cada loco con su tema...

Bueno, yo venía a despedirme. Fue breve pero intenso, estuvo bien. Le deseo suerte, y si no es así, que tenga la sabiduría para adaptarse con una sonrisa a lo que le toque, por duro que sea.

Cariñosos besos...