viernes, 3 de octubre de 2008

Generalidad XXXVI (La del pulpo)

"El rastacuero está poseído por el ansía de comer diamantes"
Francis Picabia

La única utilidad que reconozco al trabajo y a sus absurdas obligaciones se limita a garantizar un salario a la mayoría y una plusvalía a la oligarquía burocrática internacional.
El primero se gasta en bienes de consumo que mutan infinitamente y son en esencia siempre inmutables y en servicios de una mediocridad creciente.
La segunda se invierte en especulaciones bursátiles que, cada vez más, prestan a la economía un carácter parasitario. No hay más que sacar la cabeza de la escafandra para comprobarlo.
Se ha inoculado tan bien el hábito de aceptar el trabajo, no importa cual, y de consumir lo que sea para equilibrar esa balanza mercantil que reina sobre los destinos de las gentes como la vieja y fantasmagórica providencia divina que, quedarse en casa holgando en lugar de participar en el frenesí que destruye el universo, pasa extrañamente por algo escandaloso y proximo a lo bizarro.

1 comentarios:

Félix H. de Rojas / Félix Hernández de Rojas dijo...

Alguien me dijo que su objetivo era siempre hacer cada día un poquito menos. Y que amaba las tardes, en las cuales, se sentaba en el sofá, se miraba las uñas y no hacía nada de nada. Nada. Mientras me lo contaba le miraba a sus ojillos, era un tipo inteligente sin duda, yo le apreciaba especialmente y por esto intentaba descubrir cual era el engaño. Luego me di cuenta que no lo había. Me era sincero: la sociedad nos educa para ser glotones y conquistar cerros. Pero nadie nos cuenta el sabio rumor de los valles y su hermoso silencio. El silencio de ser y saber lo que se tiene, sin más. No el tener sino el ser. Lectura recomendada: Eric Fromm