El faro de la razón,
solícito, impertinente,
nos guía sin requerirlo.
La lucidez que despereza
nos duele con estruendo de guadaña,
con el brillo de cien soles derrumbados sobre espejos.
Y al tiempo, el destello que alumbra, ciega
La luz que nos ilumina, nos extravía.
Novedades 7.04.25
Hace 12 horas
3 comentarios:
Para pensar y pensar, hondo de verás.
Me ha hecho pensar.
Y ya es más de lo que consiguen mis lecturas diarias.
Buff, cómo pica esa herida.
Publicar un comentario