martes, 11 de octubre de 2005

Antecedente XII (Tesela)

El faro de la razón,
solícito, impertinente,
nos guía sin requerirlo.

La lucidez que despereza
nos duele con estruendo de guadaña,
con el brillo de cien soles derrumbados sobre espejos.

Y al tiempo, el destello que alumbra, ciega
La luz que nos ilumina, nos extravía.

3 comentarios:

GVG dijo...

Para pensar y pensar, hondo de verás.

Anónimo dijo...

Me ha hecho pensar.

Y ya es más de lo que consiguen mis lecturas diarias.

Juan Carlos dijo...

Buff, cómo pica esa herida.