El faro de la razón,
solícito, impertinente,
nos guía sin requerirlo.
La lucidez que despereza
nos duele con estruendo de guadaña,
con el brillo de cien soles derrumbados sobre espejos.
Y al tiempo, el destello que alumbra, ciega
La luz que nos ilumina, nos extravía.
martes, 11 de octubre de 2005
Antecedente XII (Tesela)
Publicado por Fernando Díaz en 1:11 p. m.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Para pensar y pensar, hondo de verás.
Me ha hecho pensar.
Y ya es más de lo que consiguen mis lecturas diarias.
Buff, cómo pica esa herida.
Publicar un comentario