miércoles, 21 de diciembre de 2005

Antecedente XIII (Tesela)

Caminando con las manos en los bolsos, corito, con bobas melodías en la mente y cólera en los gestos, los ojos inundados de lunas que menguan, de agostos de canícula, de sierpes, de moreras, de tierra añil os veo beber el mosto nuevo de barro, el áspero alimento hecho de lágrimas, de sebo rancio y de un desconsuelo que, sin querer, comparto.
Caminando con los sonidos de las cuchillas que se arrastran, de las perlas que rielan someras, de las lenguas desconsoladas y cargadas de electricidad estática, voy encapuchado en los insomnios que acarician las regalas y los daños cosechados en tu ausencia.
Salgo de la casa, de todas las casas, de buena mañana y atravieso las autopistas de dieciséis carriles, cientos de coches a mis pies, miles de legañas, ansiedad e ilusión motorizada y carrozada por algún italiano. Eso si eres de los que tienen suerte.
Caminando como os digo avanzo con las manos encapuchadas y los ojos enguantados, asustado y bailando las extrañas monedas en danza macabra y, recuerdo por un instante (el river of sorrow de Antony suena de rebote en el plafón de corcho), que todos vivimos un poco por inercia y que aunque arrecia la cercanía de las raspas, no nos importa demasiado o tampoco nos damos demasiada cuenta de ello.
Junto a mí se desgranan los años malversados, las mascaras de conveniencia, laten los niños que aún somos y los miedos a las luces apagadas. Nos abrazamos durante un segundo pero vale de muy poco porque las cartas llevan ya mucho echadas y no hay descarte.
Pero da un poco lo mismo, porque camino con el teléfono pegado a la oreja (tiene gracia eso del telefonino) y aunque me trampeo al llamarme a mí mismo, confieso en voz baja al contestador y espero tener más tarde un momento para oírme decir que la belleza tiene una urgencia ineludible y que aunque la culpa sea mía, no me gusta que tardemos tanto en abreviar el anochecer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

No entiendo la mayoría, pero me gusta el sonido.