lunes, 24 de diciembre de 2007

Y de repente, el tedio

En los tiempos en que vivíamos cerca del barrio de la Cruz había un estanco que visitábamos todos los días. Sin fallar uno solo.
Es cierto que solo fumaba Goyito, pero todos nos ofrecíamos ruidosamente para acompañarlo. A veces incluso, las mejores, hacíamos el recado completo y traíamos solos la picadura o los bisontes con filtro. Esto, para ser honestos, las menos de ellas, porque Goyito aunque era un poco lelo, en lo fundamental, levantaba el vuelo y se alejaba de ser bobo a tiempo completo. Vamos que se pasaba el día allí tan solo como le dejábamos. La razón, obvia de haberla conocido, era la estanquera. Viuda joven, casi niña, de guardia civil y desperdicio de soledad de alcoba.
Daba gusto llenar los pulmones de humo o rascarse el bolso para el vicio ajeno con tal de ver el cimbreo de aquellos muslos de jaca recia que llevaban a su dueña hasta el estante adecuado.
En verano, intuíamos una calidez acre y dulce en las gotas de sudor que reflejaban el sol en su cuello al calor de las tardes. Todavía veo si me esfuerzo aquellas gotas perfectas que se equilibraban difícilmente un instante en los lóbulos que nos parecían también perfectos.
Es posible que tengan razón los que dicen que los tiempos no deben revivirse sino tan solo recolectarse. Pero al recordar no puedo dejar de pensar que lo cambiaría casi todo por haber podido rozar intencionadamente aquella piel, por haber sentido el peso de su cabello en mi cuello o la exactitud de sus uñas en mi espalda o la religión de sangre de su boca en mi oídos que me obligaría a bostezar como los cambios repentinos de presión.
Ella ahora ya no importa. No tiene nombre, ni rostro siquiera. Importa, tal vez, lo que representa, ese cambio brusco que descompensa las tripas y genera burbujas de ácido que envenena la sangre de los débiles. Los que bracean tratando de alejarse de la monotonía, esa muerte.

2 comentarios:

Félix H. de Rojas / Félix Hernández de Rojas dijo...

plis plas plis plas. Me encantan tus retratos.

Anónimo dijo...

A mí me gusta lo de "muslos de jaca recia".Tiene pinta de que esta mujer viviera en un país sudamericano, ¿no crees?
Bueno, tú sigue escribiendo, que es lo que nos gusta

Pati.