lunes, 9 de febrero de 2009

Antecedente XXIV

En aquellas mañanas solíamos quedar la cuadrilla en la Solana, que daban cazuelitas de potaje o torreznos con los claretes, o en el Camarín que servían vino de Valderas en vasos de sidra que sumergían antes de llenarlos en agua con hielo.
El Camarín quedaba tras la iglesia de San Martín y siempre te ponían de tapa unas patatas cocidas en agua con vinagre y fritas después que estaban bastante pasables. La Solana estaba, y sigue estando, detrás de la iglesia de la Antigua. Hoy el Camarín ya no es lo mismo, seguimos yendo por eso de la cercanía y la morriña, pero vamos como flojos, sin muchas ganas y más que nada, por inercia.

"- Pero, ¿Por qué dices eso?
- Por nada.
- Ya. ¿Y esa cara?
- Calla coño, deja eso y escucha: “En la última película de August, Orihuela ve una resolución paradigmática de los requerimientos de la ficción interactiva en la que se integran muy bien el potencial de los sistemas hipertextuales, la ilustración multimedia y una historia seductora que recorre su trasfondo.”
- ¿Quién ha escrito esa gilipollez? ¿La boba de la Sara?
- Equilicuá
- Manda huevos. Ya me pareció imbécil el día que me la presentaron, pero ya no tengo dudas. – bebe un sorbo y trinca una patata y media. - ¿Qué tal el día?
- Lo corriente. Llamó tu hermano a media mañana. Que todavía no está hecho lo del concejal y a lo peor se tuerce.
- Ya me imagine que si entraban los Morato, la cosa se jodería.
- Vaya mierda de ciudad."
En aquellas mañanas, como decía más arriba, solíamos estar meses pensando lo que habíamos hecho en una sola, en todo lo que hemos enredando en las sombras y en cuanto fuimos urdiendo para sacar la cabeza y poder comenzar a ser independientes. Hoy me barrunto que lo que transcurre y se siente como transcurrido, que no siempre es lo mismo, reaparece al cabo de un tiempo travestido de comezón nocturna. Es casi siempre un duermevela extraño hecho con miserias siempre pequeñas, pero siempre íntimas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, Fernando, no hay recuerdos más sabrosos que los de tomarse un vino-tapa antes de comer, con ese solillo de invierno, son poesía dinámica, tanto la Solana como el Camarín me gustaban bastante. Pero sí, ahora tienen un sabor extraño, aunque yo, afortunadamente, al continuar viviendo aquí en Valladolid, puedo seguir practicándolo, de forma distinta y más escasa, con conversaciones más cansadas, pero sigo buscando esos ratos.

Juan Carlos

Anónimo dijo...

Cambio de color, azul muy oscuro, ¿será la crisis y su atmósfera hiperviciada?

Juan Carlos

Fernando Díaz dijo...

No digo que no sea así. La verdad es que el estado de ánimo es ciertamente gris.

Aunque, para ser completamente honesto, siempre me ha gustado más la melancolía y sus colores de otoño, que la alegría desaforada. La segunda se vive, la primera se deglute y se devuelve transformada.

¿Cómo te va todo? Finalmente os estais volviendo a reunir en Valladolid. Ya solo falta de Félix deje el Foro y me quedo solo en medio del atasco.