jueves, 5 de mayo de 2005

Antecedente III (Incongruencias)

Tengo una compañera que salió el viernes a la hora de la cena con destino a Gandía buscando librarse de los atascos que prometía el puente madrileño. Llegó a las seis de la madrugada, despuntando el nuevo día sobre un mediterráneo que no pudo ver por la asfixiante cantidad de rascacielos y turistas. Había inaugurado un nuevo tipo de atasco: el nocturno. Siempre es bueno innovar.
El portero de mi casa lleva un mes de pruebas médicas y hospitalizaciones de quita y pon. Se le inflamaba el abdomen, tenía fiebres intermitentes y no se podía imaginar nada más que lo peor a medida que iba recibiendo nuevas informaciones de la curia médica. Finalmente parece ser que el causante era ese maldito gusano de nombre japonés y afición a las nécoras y a la merluza de pincho. Hoy al marchar hacia el trabajo le he visto celebrarlo con un cigarrillo americano. Nada como relajarse tras la tensión.
Mis vecinos de la puerta de enfrente tienen todas las papeletas para ser unos señoritos andaluces de los de antes. A saber, balconcito en Semana Santa, caseta privada en la feria y palco en la Maestranza con los amigos. Pero hete aquí que manejan holgadamente la sorprendente idea de que el vestíbulo de entrada a las viviendas es en realidad el cuarto de las basuras. Nos sacan a los sufridos vecinos las bolsas del Caprabo atadas con el nudito llenas de las raspas y las mondas. El vestíbulo realmente huele como si fuera cuarto de basuras. Menos mal que mi mujer se ata los machos mejor que yo. Tendré que abrir muchas cafeteras y colgar muchos cuadros para compensar.
Tengo también, un grupo de amigos que hacen del gañido y del plañir profesional, diversión del sábado noche que practican con denuedo y sin sentir fatiga o abandono en ocasión ninguna. Cierto que el trabajo es mal bíblico, pero parecen olvidar que con la oportunidad de mejora frente a la mano, todos han dicho que nones. ¿Será verdad que la memoria es selectiva? ¿Y voluntariamente selectiva?

4 comentarios:

Félix H. de Rojas / Félix Hernández de Rojas dijo...

Jo'er.

Hoy reflexionaba sobre el hombre en una reunión. Empecé a mirarlos como si fuesen marionetillas, me importaba un pito lo que decían...

Entonces fue cuando tocando su catadura humana, la parodia de gestos y símbolos, contradicciones que nos rodean, me comencé a reir (fue una voz interna, sino imagínate el estropicio). La vida me pareció menos ñoña y más entretenida.

Hay tenemos toneladas para escribir, compañero.

Y me encanta cómo las representas.

Fernando Díaz dijo...

Gracias, amigo. La verdad es que no tenemos más que mirar alrededor y la materia, fluye sola.

GVG dijo...

Lo de los señoritos andaluces me ha llegado al fondo, ¿porque la gente no entiende que las cosas huelen? Tenéis razón hay que ignagurar una nueva manera de enfocar ciertas situaciones en el trabajo o en la vida más tediosa. Algo así como ver material literareo donde otros ven...no sé muy bien lo que ven

El paso del ciempiés dijo...

Contar las cosas sin juzgarlas y dejar que cada uno saque sus propias conclusiones... eso es la literatura