Al término, el hombre abraza a la muchacha con el despego que otorga lo reiterado, lo conocido. El gozo de ver a través de los dedos se ha reiterado en tantas ocasiones que ya no aporta nada sustancial. Finalmente apaga la luz y se amodorra despreocupadamente en el sillón de la noche, en el plumón de la oscuridad, reclinado brazos y pecho y cabeza en el oscilante bamboleo autónomo que es el sueño.
Más tarde, la luz de la mañana entrará a través de las cortinas de algodón y despertará a aquellos que hacían de la oscuridad cobijo. Serán en ese momento conscientes de sus imperfecciones, del paulatino alejamiento de cánones morales y físicos. Sentirán pudor, un pudor infantil que se avergonzaran en reconocer. Distraídamente el hombre se levantará esperando que ella duerma aún o al menos tenga los ojos cerrados. Bajará la persiana buscando crear una noche artificial. Pensará y sonreirá al hacerlo, que podría haber evitado el pequeño drama, si ella compartiera su miopía. Pero la vista de la muchacha será tan clara como sus ojos.
Stereolab. Instant Holograms On Metal Film
Hace 1 día
1 comentarios:
Lo cotidiano, lo elemental, lo sórdido como tema para un pequeño poema en prosa.
Interesante. Tal vez demasiado breve. Yo hubiese desarrollado más.
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