miércoles, 27 de junio de 2007

Camino a la Nueva Damasco

Sabed que aunque hablara el tagalo, el hindi y el arameo, aunque lo hiciera a través del diseño de un brillante vertu de última generación, si no practico la estulticia soy como escape de ciclomotor picado y sin tubarro o altavoz de boite de Villalón de Campos con el tweeter rajado.

Aunque tuviera el don de predecir la cotización centesimal del euribor y conociera todos los misterios de los fondos de capital riesgo de Gibraltar o de Mónaco, aunque tuviera la capacidad de trasladar toda la renta hipotecaria española a divisas yemeníes y jugar hábilmente con los diferenciales positivos, si no comprendiera la idiotez humana, nada soy en este mundo de necios.

Aunque repartiera toda mi colección de camisas Hackett a medida con puños personalizados y entregara mi cuerpo a las manos inexpertas de nutricionistas truhanes y de entrenadores personales truchas, si no fuere lo suficientemente imbecil, nada me aprovecha.

Creedme si os digo que el estulto es impaciente, no es servicial; el imbecil lo envidia todo, es jactancioso y siempre, con causa o no, se engríe; el cretino es indecoroso; busca su interés; se irrita; toma en cuenta el mal; se alegra de la injusticia o no la entiende, que tanto da. Le da lo mismo el mundo, solo necesita una televisión encendida y una lata de cerveza. Todo lleva, a la larga, al mismo vómito si se piensa.

Todo lo excusa y nada excusa. Todo lo cree y no fía en nadie. Todo lo espera y desespera. Todo lo soporta y nada al tiempo. La estolidez no acaba nunca. Nunca cesa, nunca se abandona, nunca se rinde, nunca se entrega.

Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia. Pero la vacuidad perdurará. Por siempre, Pablo de Tarso, por siempre a pesar nuestro. Y sin caerse del caballo cegado por la verdad. A lo John Wayne, vamos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La idiocia, la idiocia... cuán buena amiga.

Anónimo dijo...

Estoy regresando de Zaragoza a doscientos kilometros por hora en un tren de alta velocidad.
Escribo este comentario desde mi Blackberry y me encantaria hacerlo desde el iphone que tal vez me compre.
Soy un idiota por ello?

Anónimo dijo...

no, idiota no.
Tal vez un consumista. Tal vez un infeliz, pero no necesariamente un idiota.