viernes, 29 de abril de 2005

Antecedente II

Incumplimos insistentemente las reglas elementales de la dialéctica. La norma básica para poder debatir es, sin duda, estar dispuesto a perder. “Fair play”, vamos. Es decir, entrar en el diálogo de manera limpia, permitiendo al otro que nos fecunde con las certezas, si es que tiene la suerte de poseerlas, haciéndonos permeables a nuevas realidades, a ser mejores gracias a la verdad, que al parecer nos hace libres.
Lo cierto es que entramos a debatir con el convencimiento inicial de que nadie nos va a mover ni un ápice de nuestras posiciones, de que todas las opiniones valen lo mismo, de que el criterio debe ser un cierto tipo de coleóptero que habita en las estribaciones del Himalaya y de que, cuando pedimos consejo, decimos, la mayor parte de las veces, dime tan solo aquello que quiero oír.

La Progresía

La progresía nos invade, nos aturde. Inútil resistir. Imposible razonar. Mejor ceder, mejor dejarse caer abandonados por entre la blandura de sus pulidas aristas de diseño, mejor hundirse en pilones de hidromasaje, mejor bañarse en ese acrónimo que se pronuncia desconociendo casi siempre las palabras italianas que laten escondidas como sales perfumadas a la vainilla salvaje (desconocía que existiera una domesticada y hogareña). Mejor vigorizarse con las nuevas técnicas deportivas de nombres absurdos, de seudo código anglosajón, de tontería intrínseca y simple. Si mi santa abuela cercada por el olvido y la muerte, supiese que lo que hacía de mocita por necesidad y penuria, andar por campos y triscar caprinamente por los riscos de Brieva y Vicolozano, ahora las hordas cainitas y agilipolladas lo llama “treking”. En fin, hermanos cubanos,… Es la panacea, el placebo, el nuevo bálsamo de fierabrás. Y no te desmandes que es peor y te hemos avisado y sabemos donde vives.
Que se te ocurre opinar que el relativismo de todas, todas, todas las cosas e ideas del cosmos, tal vez sean más útiles, enmarcado en ciertos límites, se te tacha de no ser “progre” y moderno y tal y a otra cosa (al parecer son expresiones antitéticas a las de carca, facha, “de derechas”, antiguo, momia y similares lindezas en rancio desuso). Que te parece que no todo debe tener soluciones simples y respuestas maniqueas, eres un conservador recalcitrante y un poco bobo, la verdad, que le vamos a hacer.
No se discute nada, nada se pone en juicio, en crisis ¿para qué si no hace falta? Se te califica a las bravas, montunamente y a correr que el resto es tiempo perdido y sin decirlo, lo dicen a cada instante, “time is money”, camaradas. Que para lo que nos interesa bien que nos gustan los USA, sí que nos chola el imperio y dejamos de ser cimarrones y emboscados y todo eso y para los días que no toque y se note demasiado y de hasta un poco de vergüenza por lo descarado, pues vemos para compensar alguna peli del Sundance y a presumir de enterado y de sensible y de especial y no como tú, engañado, alienado e inculto consumidor de televisión basura. Pixie dixit.
Esta es la vanguardia que nos invade y nos satura, la progresia de diseño y aspecto limpio, aseado y de marca (pero marcas que solo conozcan ellos y algunos vecinos de Shibuya o del Tribeca, es decir la crema de la modernez) porque de lo que se trata al fin es de alejarse, de diferenciarse, de levitar sobre la inmundicia que desprecian porque son parte de ellos mismos.
Pocos desprecian más a la masa que la nueva burguesía semiculta que alimenta esta progresía trampantojil de acero lacado.

Antecedente I

fraseología imbecil popular del momento: "Pues va a ser que no" y "Un poquito de por favor".
Si es usted político o aspira a ello, no deje de usar la coletilla: "Como no podía ser de otra manera". Exito asegurado entre la masa asnal.

jueves, 28 de abril de 2005

Generalidad III

Algunas pasiones humanas se comportan del mismo modo que las necesidades orgánicas más elementales. En cada nueva ocasión que sentimos el sueño, el hambre o la sed, lo hacemos con la misma intensidad primigenia de la primera vez. Como si jamás se hubiesen experimentado antes.
Lo cual, tal vez, nos muestre lo próximas que están las unas de las otras.

Cuando el dictador muera...

¡A la zafra, a la zafra amigos cubanos! A los campos enfangados, a las televisiones de pago, a la fama cojitranca y semanal.
¡A la zafra, a la zafra hermanos cubanos! A las princesas aupadas, a la sangre incorrupta, a la asepsia amorosa, al verde alacrán.

lunes, 11 de abril de 2005

Generalidad II

Cuando escuchamos que determinada cuestión pública se encuentra politizada, entendemos que se trata de una situación desafortunada en el mejor de los casos y malsana en muchos de ellos, algo que pervierte la esencia misma de la situación original y que la tizna de hollines impuros y mercenarios.
No tenemos que viajar en el tiempo muy atrás para encontrarnos en nuestros lares con casos señeros, profundos o livianos, que de todos ellos se puede hacer empanada: Las asociaciones de víctimas del terrorismo, los médicos madrileños administradores de descanso eterno, las películas de Amenabar o de Medem, la liga de fútbol, etc.
En mi opinión, se trata de un error de incorrección lingüística. Si partimos de la etimología de la palabra política, no parece malo, ni aún incorrecto que algo se politice. Es más, parece bastante natural y saludable. La RAE nos dice que lo político además de cortesía fría y algo descafeinada, es el deseo o la acción de intervenir en las cosas del gobierno y negocios del Estado; la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo. Dicho de otra manera, cuando expresamos la opinión, más o menos cualificada, estamos desarrollando actividad política. Y en ningún momento se determina que el foro, el medio de difusión o la localización espacial añadan validez o calidad a la intervención, que denominamos pues, política en toda su justa extensión.
A mi juicio, lo que se quiere expresar no es, por tanto, la politización, sino, si se me permite el término, la “partidización”, esto es, el uso interesado y sectario de las realidades en aras de obtener réditos o beneficios particulares desde un grupo, ideología o partido político determinado.
Añadir, final y tristemente, que el uso de las realidades de modo tan espurio, elimina la credibilidad de los dirigentes, mina la confianza en los modos de gobierno y cabrea en general al personal provocando desafección y pasotismo generalizado con la res pública, es de obvio, digno de Perogrullo.

jueves, 7 de abril de 2005

Generalidad I

EL multilateralismo como medio para encarar las hipotéticas o reales amenazas mundiales, así como para impulsar el desarrollo de las sociedades, no ha rendido hasta ahora los exitos que se esperaba de él, probablemente porque, las organizaciones multilaterales son eficientes en la medida en que sus Estados miembros desean que lo sean.
Creer, por ejemplo, que una organización como la ONU es algo distinto a un sumatorio de Estados en el que la fuerza real de las opiniones vale tanto como la potencia económica de sus esgrimidores es de una candidez desarmante y al tiempo, preocupante.

miércoles, 6 de abril de 2005

Elogio a la mentira

Defiendo la mentira como método de autodefensa, como arte marcial, como rito de iniciación para una vida más profunda, más amable.
Abogo por la mentira que nace oficiosa y envejece transustanciada en escudo frente a la sinceridad brutal, insensata, dañadora y egoísta.
Defino mi mentira como hija, primogénita pero natural, de la imaginación cuando se desborda, como refugio de la soledad indeseada, como acomodo terrenal de los sueños, como matarife de miedos, como robadora de besos niños.
Prefiero con mucho la mentira que alienta, que estimula a una vida más perfecta, más plena como se hace con el infante en su desarrollo.
De todas ellas, me quedo con la que descerraja puertas para encontrase de bruce con la extrañeza, la sorpresa o la admiración que ella misma ha provocado.
Amo la mentira que persigue objetivos inalcanzables, que libera, que atempera, que cae bien como lo hacen las buenas telas. Amo la mentira elaborada, urdida hasta sus últimos resquicios, teniendo en cuenta las más insospechadas consecuencias. Amo al fantaseador de guante blanco, incruento y feliz, al mentiroso cojo a la carrera y al socaire de sus perseguidores. Amo la mentira engalanada, ufana, triunfante, airosa, atrevida y exhibicionista, a la mentira educada, temerosa de ofender, plena de piedades, virtuosa en la desgracia de su nacimiento desvaído e incómodo.
Deseo el embuste estimulante, la realidad paralela y feliz, la soledad tumultuosa del mentiroso, la discordia que provocan sus múltiples lecturas, los ardides de la procacidad, el doblez permisivo de las realidades confusas provocadas por su presencia.
Detesto a los necios, a los semicultos que hacen de su sinceridad, que no es más que su subjetiva manera de ver el mundo, un modo de agresión permitida. A los que hacen de su opinión pedrea de inocentes, lamento de débiles.
Abogo por un mundo de falsos pacíficos, de mentirosos letrados, de falsos felices, de fabuladores amistosos, en el que los sinceros arrepentidos de sí mismos y amables al fin, inunden las calles enarbolando mentiras frescas como frutas de una primavera eterna con la que regalarán oídos, vanidades y sentidos.

lunes, 4 de abril de 2005

Las columnas quedan atrás

Despierto y veo el ojo líquido, glauco que nos mira. Veo las espumas pardas de sus pupilas.
Siento los dedos recios que restañan con debilidad lo roto.
Escucho el silencio que brama sordamente como una máquina oxidada y posesiva.
Puesto ya en pie, restauro la impetuosa carrera que me eleva hacia la sima, hacia la gehena que nos espera confiada en que todos llegaremos. En que todos sucumbiremos.
Todos con las proas firmes hacia el occidente.

viernes, 1 de abril de 2005

Conference call

Llegan las pautas de tierras extranjeras.
Cromadas, gélidas, numéricas.
Desviamos sus llamadas al buzón.
No estamos, no estamos, no estamos.
Es el miedo el que habita aquí.
Y el orgullo.
Y la idiotez.