miércoles, 23 de noviembre de 2011

La Dilapidada Vida de Simón Cuchito (Capítulo 27)


Aunque había pasado tiempo más que sobrado haberlo olvidado, la historia del pañuelo seguía en mi memoria como lo hace un trozo de nervio entre los dientes. Tozuda y desafortunadamente. La mano en el bolsillo con las yemas jugueteando sobre las letras bordadas se había convertido en uno de mis gestos habituales. La imagen de la joven Lía, abandonada, idealizada, espiritualizada, presa de incontables y románticas penalidades, necesitada no ya de una ayuda cualquiera, sino de la mía concreta, estaba tan fresca como cuando nació. Podía afirmar sin ambages que la pequeña Amalia Sainz de Valido se había convertido oficialmente en una obsesión.
Imagino que, en cierta manera, personificaba todo lo que había abandonado en Tacará y que empezaba a pensar que difícilmente recuperaría. Imagino también que, en ella, veía a alguien tan desolado como yo mismo y que la posibilidad de salvar a alguien, ya que no lo podía hacer conmigo mismo, se había convertido en mi única oportunidad de redención.
La relativa inactividad de mis últimos meses, mi creciente misantropía y las cada vez también más frecuentes migrañas terminaron por decidirme y una mañana temprano, sin mayor razón que otra, hice el equipaje y crucé el rio de la plata, llegando a la ciudad de Buenos Aires donde tampoco demoraría demasiado.
Tan solo, el tiempo necesario para hacer efectivo el pagaré que me restaba, escribir unas breves líneas a mi madre en las que no daba demasiadas explicaciones para mi  comportamiento e indagar en ciertos malsanos galpones del puerto sobre los posibles destinos para fugitivos en el gran sur, lo que provocaba miradas extrañas hacía aquel gachupín perdiguero, como sin duda todavía debía parecer. Chapetón preto que me decía la negra Tomasa.
Así que con poca información, mucho dinero y la certeza de estar cometiendo una más que segura insensatez, que por otro lado me resultaba incontrolable, marché en un incómodo carruaje de posta hacía Bahía Blanca por Dolores.