viernes, 15 de julio de 2005

Antecedente VII (Tesela)

Desde tu saliva a mi sangre voy derramando cristales de sal al paso del viento y hay melodías a golpes de notas y fonemas con pies barbados y enjutos llenando venas integradas en nuevos códigos de seguridad que se reinician en bucles a mansalva hasta morir de celos de luz de luna de realidades fétidas entre intersticios y huecos de aire demudados por tu imponente presencia soberana y diosa de la muerte recobrada

lunes, 11 de julio de 2005

Los sueños son mis cadenas

¿Qué mundo es éste, que circo, qué manicomio, qué lugar absurdo para utopías?
Dame un beso mientras, aquí, en la palma de la mano zurda, para conservarlo intacto con el pulso acelerado. Envíame si te acuerdas aquel último recuerdo que retuve fugaz ya de madrugada. Algo tenía sentido al menos en aquellos instantes de ingenuidad y fé desangelada. Algo, de vez en cuando, nos golpeaba con violencia y nos despertaba. Había novedades personales, mundos nuevos, camisas de estreno, domingos de ramos a diario, de aquellos en los que si no estrenabas perdías las manos.
¿Qué mundo es éste, qué circo, qué manicomio, qué absurdo lugar para utopías?
La realidad que observo está llena de mentiras tan bien hilvanadas, tan convincentes, tan bellamente urdidas que enamoran. Venden paraísos de nuestras infancias y regalan tarjetas de puntos para comprar cafeteras o noches de desolación y huida en cadenas hoteleras. No puedo controlarme y creo en ellas aún cuando sé que tienen dentro carne putrefacta. A veces, cierro los ojos. Prefiero en esos momentos tan sólo el perfume elemental de mi yo simple. Pero la realidad se impone.
En la mesa de al lado, mientras, un respetable médico que conozco vagamente de tomar café, se siente irremediablemente atraído por una camarera malhablada. Cosas parecidas han pasado siempre. No es menos cierto que las niñas bien ya no se van de casa con extremistas a los diecisiete. Nadie recuerda demasiado a la banda de Baader, ni a los aschram de Calcuta. En las esquinas las gentes se fuman tratados de psiquiatría y bachilleratos por correspondencia mezclados con chinas que están sobradas para hacer trompetas. En los juicios populares desaparecen las pruebas, ex-alumnos de colegios de curas se van de putas para poder hablar con alguien y hasta el brazo de la santa dicen que es corrupto.
¿Qué mundo es éste, qué circo, qué manicomio, qué lugar para utopías?
Entre los besos de los amantes se extiende el ácido de los días del mañana. Los niños juegan con casas de muñecas bañadas en sangre, bandas de simples vagan por las calles armados con pistolas y con necedades y se nos pide que respetemos el discurso.
¡¡ No me fastidies con tus grandes ideas!! No las quiero; están bien para llenar tardes de tertulia, pero la vida está fuera, entre las bocas de metro y los perros en los parques.
Para colmo solo me dais a cambio desengaño y espejismos. Todo es ya simulacro, todo muerte fingida. Todo es broma.
Pero, ¿qué clase de mundo es éste, qué circo de incongruencias, en qué extraña atracción estamos y a quién demonios divertimos?
Los niños miran monitores de vídeo, cuando las comadronas les palmean las nalgas como se hacía miles de años antes. Es toda la similitud. Si pudiesen enfocar la mirada verían plástico y metal frío y volverían al interior de su madre. No me cabe duda.
Las utopías son césped diamantino que debemos segar al avanzar por la senda de los días. Tumba de cuero endurecido que nos crece entre las piernas, que deviene en lombriz con hambruna y arrastra el desplome, la negrura. A poco que se la deje.

martes, 5 de julio de 2005

Grietas en nuestras democracias

Tenemos, nos hemos dotado, disfrutamos, soportamos, todo al tiempo, uno de los sistemas políticos más perfectos de cuantos la humanidad a ensayado con mayor o menor acierto. Lo digo sin ninguna ironía, aunque pudiera parecerlo.
Las democracias occidentales y las que no lo son, parecen encumbrarse en el fin de la historia política, cuando pocas cosas nos demuestra la historia, sea política o no, de manera más certera, es que nada finaliza, que cuando todo parece estar inventado, algo se trastoca, se modifica y al menos una parte cambia y la historia, precisamente por ello, continúa.
Parece conveniente por lo dicho, suponer que nuestros actuales modos de gobierno serán superados y adecuado, por tanto, hacerse una serie de preguntas en dicha línea de reflexión: ¿Hacia donde caminarán nuestras democracias? ¿Tienen fallas, evicciones nuestros sistemas? ¿Cuáles son las áreas de mejora que debemos ensayar? ¿Hay que operar a corazón abierto o bastan cataplasmas?
Confieso que este es uno de los temas en los cuales llevo reflexionando largo tiempo y a mi juicio, hay una serie de grietas graves que deberemos ir paliando si aspiramos a continuar disfrutando de verdaderas y saludables democracias. Comparto estas reflexiones a modo de puntos con vosotros en la esperanza de aprender y reflexionar juntos.


· Cuanto más local, más nacionalista, que no nacional, se transforman nuestros sistemas, más menguada es la búsqueda del interés general, del bien común que ya de manido resulta difícil hasta de identificar. El supuesto progreso democrático transforma los parlamentos en una pugna de representantes locales que llegan con sus diferentes y muchas veces incompatibles mandatos individuales que deben cumplir. El fin es llevar el botín de vuelta a casa, siendo esta, por otra parte, la que fuera.

· La igualdad y el igualitarismo de la valía de las opiniones emitidas se establece por decreto, de manera denotativa, sin discusiones.

· La política y el ejercicio de la misma, se ha convertido en algo emotivo, dejando la racionalidad como algo frío, inhumano y superable. Esta absurda contraposición entre el “pathos” y el “logos” se produce de manera sistemática y me temo que en muchas ocasiones, interesada.

· El personalismo del líder, sin ser algo novedoso, se sublima dejando en menor lugar otros valores. Es el carisma como moneda de pago llevado a sus últimas consecuencias.

· El partido necesario para alcanzar el poder es más “ligero” que hace unas décadas, con menos necesidad de infraestructura, pero necesariamente aupado en el control de los medios de comunicación. Tenemos en el caso de la democracia italiana un ejemplo muy cercano y palmario.

· Existe una dependencia malsana del sondeo. Y este modo de recoger información, es débil e influenciable en la propia manera de realizar las propias encuestas.

· En nuestras democracias existe el principio de que el conocimiento que llega por vía televisada es democrático y progresista. El resto es elitista. Y es este un término proscrito.

· Nuestros sistemas políticos se basan en el principio de la información (noción) como máximo valor necesario para la toma de decisión y no en el conocimiento.

· La protesta gracias a la amplificación sentimental televisada de la que hablábamos antes es siempre, en sí misma, protagonista y valorada, aún cuando no sea verdadera o simplemente sincera. La protesta existe porque hay siempre una injusticia cierta a la que enfrentarse. Sin discusión. La tesis que ha provocado la hipótesis es siempre real y justa. Lo cual es, intelectualmente, una simpleza.

· En nuestros sistemas democráticos las imágenes siempre aparecen descontextualizadas. Lo cual es fruto simplemente del culto a la imagen en el que nadamos.

· La política televisada que sustenta los principios democráticos priman las fuertes personalidades y los discursos ambiguos.

· La videopolítica favorece el localismo en la medida que son unidades aprensibles por los medios y útiles en su usufructo.

· Nuestros sistemas confunden habitualmente los principios de titularidad del poder (que reside racionalmente en el “demos”) con ejercicio del mismo. Alagar los oídos de los votantes no cambia la realidad de las cosas.

· El incremento del poder directo en las democracias, tan cacareado de un tiempo a esta parte, debe ir acompañado de un incremento en el grado de información y adiestramiento político. Sin lo segundo, lo primero no será más que un dirigismo interesado.

· El concepto democracia, como máximo valor y exponente de la humanidad se lleva a todos los aspectos del hombre. Es lo que habitualmente denomino excesos del concepto democracia ¿Se debe pilotar de modo democrático un avión de línea? ¿Y una orquesta sinfónica?

· Las minorías son aplastadas de manera sistemática hasta el momento en que se convierten en llave numérica para otorgar poder, en que comienzan a ejercer la tiranía de las minorías necesarias.

· En nuestros video sistemas políticos solo se libran del adoctrinamiento televisado las minorías que estando muy arriba de la pirámide económica pueden acudir a otros entretenimientos generalmente más caros o las que están muy abajo que no pueden acceder siquiera a la televisión. Ambas tienden a desaparecer.

· Las grandes disminuciones en los índices de pobreza de las naciones occidentales y el fuerte incremento en la alfabetización, no ha traído parejo grandes cambios en los problemas derivados del uso del sufragio universal que eran los argumentos que se contraponían a finales del siglo diecinueve. La educación política sigue siendo, nuevamente, un déficit cultural grave.

· Debemos distinguir entre los que están simplemente informados de asuntos políticos (pocos) y los que son cognitivamente competentes para resolver problemas políticos (menos aún). La existencia de elites se admite sin complejos en las prácticas deportivas, pero avergüenzan en otros aspectos sociales, como por ejemplo éste.

· En ausencia de referencias estables, de una visión coherente y sólida del mundo, las creencias de lo irracional se expanden sencillamente porque no tienen nada que se les oponga. Es una de las plagas de la postmodernidad, que deja el camino fértil para los charlatanes. Por cierto, ahora tenemos muchos de las realidades supuestamente digitales. Tienden a la necedad con elevado peso atómico.

· Se priman aquellas acciones políticas con elevado rédito electoral y marco temporal circunscrito a la legislatura. ¿Y los cambios que necesitan décadas para realizarse? Tan solo se pueden llevar a cabo mediante pactos de estado y frecuentemente no se realizan. Nuevamente nuestra propia política nacional nos brinda ejemplos rápida y fácilmente.

· La teoría política nos alecciona de que el elector tiende a la miopía. Políticas restrictivas a inicio de legislatura y las expansivas y socialmente usufructuables, próximas a la nueva convocatoria de elecciones. Simple y eficaz. Se lleva casi un siglo practicándolo en todo el planeta. Con notable éxito.

· Las televisiones desactivan las capacidades de abstracción y con ello, la capacidad de comprender y afrontar racionalmente problemas. ¿De que trata el ejercicio político si no es comprender y afrontar racionalmente los problemas de la cosa pública?

· En línea con lo anterior, la información y la educación política están en manos de las televisiones. Lejos de caminar hacia la utopía de una democracia directa, el pueblo se encuentra “dirigido” y condicionado por los medios. No es apocalíptico, es simplemente constatación de la realidad del modo más desapasionado del que soy capaz.

· Ya en 1985, Neil Postman hablaba de una tecnocracia convertida en totalitaria que plasmaba todo y a todos en su imagen y semejanza. Gobernar para una uniformidad es más sencillo que para una multiplicidad, del mismo modo que es más sencillo realizar películas o producir discos para un público educado que para uno liberado de los corsés de la educación. Entendida la educación como adoctrinamiento interesado.

· La nueva realidad permuta racionalidad por libertad, realidad por percepción. Lo correcto y progresista es la libertad, valga para lo que valga. Leibniz definía la libertad como una espontaneidad inteligente. Si eliminamos el adjetivo, ¿qué nos diferencia de la libertad del mundo animal?




Para saber más:

Sartori, Giovanni - Homo videns. La sociedad teledirigida
Ed. Suma de Letras, 2005 (Ed. Santillana, 1997)

Wellmer, Albrecht - Sobre la dialéctica de modernidad y postmodernidad
Visor distribuciones, 1993

Bueno, Gustavo - Telebasura y democracia
Ed. Suma de Letras, 2003

Baudrillard, Jean - A la sombra de las mayorías silenciosas
Ed. Kairos, 1978

Habermas, Jürgen - Historia y crítica de la opinión pública
Ed. Gustavo Gili, 1982 (1971)

Ionescu, Ghita - The impact of the information revolution on parliamentary sovereignties
www2.hu-berlin.de/gesint/wlit/VERFASSE/K1-00551.HTM

Jaeger, Werner - Los ideales de la cultura griega
Ed. FCE 1990 (1946)

Holton, Robert J. - Some myths about globalization
http://www.unisanet.unisa.edu.au/herdsa97/holton.htm