martes, 13 de junio de 2006

Antecedente XVI (Contradicción)

viernes, 2 de junio de 2006

Generalidad XII

Se prolongaron los años mi niña. Sin sentirlo siquiera. Era sólo ayer, tal vez antier como decía el abuelo Zenón, y en mitad pleno invierno del sur castellano cuando pude sentarme finalmente a escucharte con detenimiento y el ambiente no podía ser mejor. - Ella vive en un paraíso inspirado, vertido en si mismo como quien tiene propósitos ineludibles y se le han permitido oportunidades especiales para poder dedicarse al menester. A la premura del mismo al menos. La turbulencia del destierro, alejada del tráfico y sin conducir vehículo alguno, rodeada de un orden sano, como una sopa de cereales integrales y soja.
- Soy española de hablar a gritos, de jugar a la pelota con los cantos del rio, de bajar como un torrente de fuego por la escalinata de la vieja universidad. No soy una ciudadana, ni una vecina, ni una compañera, soy una pasión que camina. Por eso, vosotros, estúpidos extranjeros no me entendéis. ¿Cómo vais a entender que quien lo tiene todo pida más? Y es que no sabéis que ese todo reluciente, adquirido en tierra prestada y bajo sol ajeno, no puede curar una enfermedad fatal que se llama nostalgia. –
Dicen que lo bello, cuando se pierde, se vuelve más bello todavía. Y lo fuiste mucho. Eras un hechizo en las madrugadas de rocío, un calor en las venas en las noches de erotismo caliente. Frente a la majestuosidad de la existencia solitaria echaba de menos a tus palabras, que busqué y no encontré y que en realidad no necesitaba encontrar porque las llevaba dentro.
En aquellos días cargué contigo como se lleva un escapulario para defenderse del siniestro. Como un escudo. - Muchos dicen que estoy loca. ¡Pues claro que lo estoy! ¿No va a estar loco el que se gana la lotería y le roban el boleto? Los libros que no leía los leo ahora por ti. La música que allá no escuchaba la escucha ahora aquí. Sola. Tarareando sola.
– Ya no habito ni casa ni apartamento, vivo en un baúl de recuerdos. Cada vez que lo destapo encuentro una fotografía gastada y sufro una herida con la que defiendo cada vez peor tu autenticidad. O la mía. O lo que queda de ambas.