El proceso de maduración es, en parte, la adquisición de nuevos miedos. Y, en menor medida, el abandono de viejos.
Modularles adecuadamente mientras se envejece es el único modo de mantenerse a flote entre la temeridad y la parálisis.
Impúdica bitácora privada de literatura y pensamiento
Publicado por Fernando Díaz en 10:26 a. m. 5 comentarios